Bienvenidos sean, seres de este mundo nuestro imaginario, pasen y paseen por un laboratorio experimental de realidades ignoradas, realidades tras las que se ocultan anónimos, adictos a retratar, redactar, recrear relamer y capturar las sensaciones que habitan más allá de las ciudades, de las mentes amuralladas y siéntense junto a las palabras menos escuchadas, pero, más intensas, ocultas como las pieles más tersas bajo las faldas más largas, levántenlas, pierdan el miedo a admirarlas, cierren los ojos junto a Tao bajo el gigante baobab más lejano a sus casas.
Acompáñenos en un viaje más allá del final del pasillo, más allá de las miradas plastificadas, sublímense, amen y amén San Luis que nos criaste a algunos, challen, salten salvajes al círculo que crece como un todo, fuente inagotable del hombre más azul que he conocido. Más se sabe cuándo más se hace y más se crece, porque somos familia, y algunos extraños ante ustedes, pero vengan más y más cerca y todos con la sinceridad que ello conlleva, porque somos solo sombras, los nombres que se quedan sin subrayar en los apuntes, somos lo que no suena por las radios ni las calles, somos los nadie muertos de hambre, un hambre insaciable de tinta y desaire, creación por y para ustedes que solo son números, pero puntos de vista, puntos vistos desde arriba, en el plano cenital del baile, pero nosotros los miramos a ustedes, estamos solos como zapatos desparejados, pero observan con el deleite de aquel para el que no existe el tiempo. Vivimos lejanos a sus mundos rutinarios, viajamos en el viento sobre aviones de papel.
Somos la generación que dibujaba bajo un viejo algarrobo que ya no existe, somos constantes aleatorios, grandes, pequeños, alegres y tristes. Somos la nueva bohemia, la razón por la que todo esto existe.
Manuel Mirage
lunes, 10 de enero de 2011
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